Diego Ernesto Parra Sánchez

Alumno de Filología Hispánica. Curso 2006/2007 Mitología Clásica 

Zeus, Hera e Ío

                                     Giovanni Ambrogio Figino, Giove e Io

ESQUEMA

a)    Autor, obra, contexto.

b)   Mito representado (desarrollo).

c)    Personajes representados (atributos, genealogía, influencia, soberanía olímpica…)

d)   Simbolismo e iconografía.

a)      Antes de empezar a comentar la obra pictórica que nos ocupa desde un punto de vista mitológico es preciso enmarcarla. Se trata de un óleo del pintor renacentista italiano Giovanni Ambrosio Figino (1550-1595) que lleva por título: Zeus y Hera. El Renacimiento fue una época de gran abolengo artístico cuyo nombre se debe al renacer del gusto por la cultura y el arte clásico grecolatino. Así, no es de extrañar que se vuelvan a representar, tanto en pintura como en escultura, obras de temática mitológica. Además el “estilo gigante” en la representación de cuerpos fornidos y músculos estereotipados o el claroscuro de cabello y túnicas así como la tez blanquecina y rosada (destacada en la diosa Hera) nos acercan al concepto estético y de belleza de la época.

b)      La pintura tiene como tema principal el mito de Zeus e Ío. Ésta era una ninfa hija del río Inaco que se hizo sacerdotisa de la todopoderosa Hera. Ésta, la esposa de Zeus, tenía motivos de sobra para protestar por la conducta promiscua de su esposo. Era imperdonable que Zeus se enamorara de la bella Ío e intentara persuadirla para yacer con ella en los bosques secretos de Lerna (Argos). El rey del Olimpo se había insinuado a Ío más de una vez en sueños y ésta, aturdida y contrariada, no sabía qué hacer. Un día en que Ío se encontraba en los bosques de Lerna, pues había sido confinada allí por culpa de un oráculo (hecho que revela la importancia e influencia de estos en la Grecia antigua como desvela el mito de Dánae recluida por su padre en un torreón para no morir a manos de su nieto), Zeus se le apareció, e intentó persuadirla para yacer juntos. La pobre Ío quedó horrorizada ante la idea y huyó rauda. Pero Zeus desplegó un abanico de nubes tormentosas que hicieron que todo se tornara oscuridad enseguida de modo que Ío quedó desorientada. Cuando finalmente Ío se detuvo sin saber a dónde ir Zeus la atrapó y le arrebató la virginidad por la fuerza.

 Entonces, Hera  se asomó desde el Olimpo y observó sorprendida la zona de Argos que había quedado en tinieblas ya que el resto de la ciudad brillaba el sol. Tenía que tratarse de una artimaña de su marido y se apresuró a descender a la tierra ordenando, como diosa poderosa e influyente que era, a Apolo (el dios sol) que disipara las nubes. Al llegar a los bosques, se encontró a su esposo Zeus junto a una novilla blanca que pacía tranquilamente. Los ojos del animal parecían casi humanos, y la diosa empezó a preguntarse si no sería aquélla la amante transformada en novilla por aquél. <<Regálame esta hermosa criatura>> le pidió Hera, y el todopoderoso dios no pudo sino regalársela para no levantar sospecha.

Hera estaba convencida de que la novilla era su sacerdotisa ausente. Pensó también que seguramente Zeus quisiera arrebatársela, de manera que dejó a la ternera al cuidado de Argo para que la vigilara día y noche. Éste era un ser sobre cuyo origen existen muchas teorías, entre ellas, que fue engendrado por la tierra misma. Tenía cien ojos que permanecían siempre alerta, pues cuando cincuenta de ellos descansaban los otros cincuenta permanecían al acecho y viceversa. Entonces Zeus, compungido y amedrentado por la culpa de ver a su amada sufrir, decidió mandar a Hermes, el embaucador, para que, con la dulce música de su aula, adormeciera los cien ojos de Argo con el propósito de matarlo y así liberar a la desventurada Ío, que impotente dibujaba en la tierra su nombre con sus pezuñas, incapaz de poder hablar con su padre. Dicho y hecho, una vez se hubo enterado Hera de la fechoría urdida por su marido, tras coronar las plumas de su ave (pavo real) con los ojos de Argo, la tomó con la desdichada (consciente de no poder rebatir la autoridad de su poderoso marido) y envió un tábano que empezó a picar a Ío. La pobre sacerdotisa echó a correr senda a través, agobiada por el pérfido parásito, hasta llegar a Egipto. Al pasar Ío por el estrecho que separa Europa de Asia, éste quedó bautizado como el estrecho del Bósforo ("el paso de la vaca"). Una vez en Egipto, Zeus le devolvió la forma humana y allí engendraron a Épafo, quien reinaría en Egipto y fundaría la ciudad de Menfis. La hija de éste dio a luz dos hijos de Posidón, Agenor y Belo, éste a su vez tiene a Dánao y Egipto como hijos. Las cincuenta hijas del primero, llamadas Danaides, y los cincuenta vástagos del segundo contrajeron matrimonio, pero las hijas de Dánao siguiendo las órdenes de su padre mataron a sus maridos. Sólo Hipermestra se resistió a obedecerle y tuvo como hijo de Liceo a Abante. Éste a su vez a Acrisio y éste a su vez a Dánae. Ésta tuvo al héroe Perseo con Zeus, del mismo modo éste a Alceo y Electrión. El hijo de Alceo será Anfitrión, en cuya figura se transmutará Zeus para tener con Alcmena a Heracles.

 

c)      Los personajes mitológicos representados en el cuadro son Zeus y Hera, dejando aparte la novilla blanca que por el mito sabemos que se trata de Ío transformada por Zeus para no ser descubierta por su esposa.

Zeus es el dios más poderoso del Olimpo griego. Hijo de Crono y Rea se hace con el poder en el Olimpo tras usurpar el trono de su padre, matándole y liberando así a sus cinco hermanos, entre ellos Hera. Reina sobre los hombres y el resto de los dioses, y domina los fenómenos atmosféricos. Se le atribuyen el rayo, la égida o el águila (ésta como ave regia y poderosa). A pesar de tener pareja estable son innumerables sus escarceos amorosos objeto de mitos como éste o el de su amor homosexual Ganimedes, a quien raptó transfigurado en águila para convertirlo en el copero olímpico y así acabar ambos caracterizados como el planeta más grande y dominador del sistema solar y su principal satélite. Del mismo modo, la propia Ío, quien también pasó a convertirse en satélite de Júpiter (terminología latina de Zeus). También son innumerables los mitos que a través de estas infidelidades pretenden dotar de enjundia y distinción una determinada ciudad y su estirpe real, emparentando a Zeus con algunos de sus fundadores y antepasados. Puede ser el caso de éste que pretende relacionar a Épafo y su reino egipcio con Zeus. O el mito de Europa, la cual fue cortejada por Zeus que adoptó  para ello la forma de un toro blanco y juntos fueron a yacer a una isla pasándose a llamar Creta. De este modo se originan los reyes de esta quedando ligada la misma al poderoso dios. Así mismo Hera está relacionada con la ciudad de Argos. Allí se le rendía culto e Ío era una de sus sacerdotisas.

   No son pocas tampoco las veces que Hera (diosa de la fertilidad y el matrimonio, hermana y esposa de Zeus y relacionada con aves como el pavo real, que también deja constancia de su carácter regio) guía su ira por la infidelidad de su marido hacia sus amantes o el fruto de las mismas, consciente del mayor poder e influencia de su cónyuge. Famoso es el caso del hijo más poderoso de Zeus, Heracles, a quien Hera mandó serpientes a su cuna e incluso le impidió reinar en Grecia, adelantando el parto de su primo Euristeo, tras hacer jurar a Zeus por el agua sagrada de la Estigia, que el primero en nacer procedente de su estirpe reinaría sobre los helenos.

   Volviendo al comentario de la imagen de Figino, desde mi punto de vista, la figura de un niño atemorizado que dirige una mirada penitente a la tremenda Hera y se resguarda tras las anchas espaldas de Zeus (figura enigmática y susceptible de otras interpretaciones), es Hermes puesto que, si bien participa en el mito liberando a Ío y matando a Argo (labor que le ha encomendado Zeus) también es el hijo de éste, fruto de su relación con Maya. Seguramente el autor haya querido caracterizar al personaje con el semblante inocente de un niño.

 

d) En cuanto a simbolismo se refiere, a parte de los iconos del águila y el pavo real (coronadas las plumas de éste con los ojos del servicial Argo) ya comentados con anterioridad en su faceta de iconos de poder y distinción regia relativos a Zeus y Hera,  hay que comentar la corona que porta ella o las túnicas de colores bermellones y anaranjados que luce. El arco iris surge tras el contraste que se crea al aparecer la luminosa Hera en la estancia disipando las nubes tormentosas desplegadas por Zeus para no ser reconocidos éste e Ío.