Susana Martínez González

Alumna de Filología Hispánica. Curso 2006/2007 Mitología Clásica 

La Ira del Cielo

 

Este trabajo se basa en el análisis de dos canciones de tema mitológico del grupo musical Tierra Santa. Tierra Santa es un grupo de heavy metal de La Rioja (España), que surge en 1997, formado por Ángel, Arturo, Roberto, Iñaki y Tomy.

Con mucho esfuerzo se auto-producen  y tiempo después salieron de gira con Avalanch y Mägo de Oz; poco a poco y disco a disco se labraron un camino, sus giras ya les han llevado al extranjero y actúan en festivales de música de renombre. Algún dato interesante es que en el 2004 el escritor Rubén Parra y Martínez les dedicó su novela “Mares de Leyenda, la cual estaba inspirada en la música de “La Canción del pirata” que compusieron ellos en su disco “Tierras de Leyenda” (2000) basándose en la conocida canción romántica de José de Espronceda.

Todas sus canciones poseen, además de inspiraciones amorosas, bases literarias, fantásticas, históricas, mitológicas y religiosas, así nos podemos encontrar títulos como “Hamlet”, “Otelo”,  “Drácula”, “Nerón”, “Reconquista”, “Los diez mandamientos”, “Sodoma y Gomorra”, “Pegaso”

En el disco que aparece adjunto a este trabajo se encuentran seis de ellas que versan de algún mito con raíces griegas. Dos de esas canciones son las que se han comentado y analizado profundamente. Las canciones escogidas (“La ira del cielo” y “La caja de Pandora”) se encuentran en los discos “Apocalipsis” (2004) y “Tierras de Leyenda” (2000) respectivamente.


 

Esta composición hace referencia al titán Prometeo (Προμηθεύς “el que prevé”), benefactor de la humanidad por excelencia ya que, entre muchas otras cosas, robó el fuego del Olimpo en una caña hueca (verso 1 y 2) y se lo entregó a los mortales (versos 4, 5 y 6). La tercera estrofa que constituye el estribillo nos hace referencia al castigo que obtuvo, así como las siguientes estrofas de la canción: fue atado desnudo con durísimas cadenas por los cuatro extremos en una columna en la cima del monte Caúcaso, donde un voraz buitre le devoraba todas las mañanas el hígado, morada de las pasiones, que volvía a regenerarse durante la noche, cuando estaba expuesto al frío y heladas insoportables, para que el suplicio no finalizase.

Tierra Santa en esta canción (como en otras muchas) ha intentado, a mi juicio, hacer una adivinanza respecto a la historia que encierra la canción. Juegan con elementos identificadores de la historia que están  narrando, sin llegar en ningún momento a revelar algún nombre que ayude antes de tiempo a descubrir de qué historia se trata. Los elementos más característicos para relacionar esta canción con el mito de Prometeo son las dos primeras estrofas donde se nos sitúa en el cielo (monte Olimpo) en el que un titán (Prometeo) robó el fuego para entregárselo a los mortales. Las siguientes estrofas solo nos cuentan con breves detalles simbólicos el castigo que obtuvo este titán por tal osadía. A mi parecer, estos músicos no han querido contar la versión de la culpabilidad de Prometeo que narra Protágoras para explicar el reparto de la virtud política, ni la parte del mito que lo convierte en un mito etiológico por explicar el origen de los anillos y sortijas y la distribución de los sacrificios a los dioses, sino simplemente han intentado reflejar detalles elementales y simples que puedan ser conocidos por un mayor número de personas para construir la estructura básica del mito que refleja la justicia que ejerce Zeus más parecida a veces a una tiranía. A esto se le añade que prometeo es uno de los pocos que está condenado a un castigo perpetuo (bajo la tierra más profunda que el Hades, que acoge a los muertos, está el Tártaro, en el que se encuentran sufriendo penalidades eternas Sísifo, Ixión, Tántalo, las Danaides y Ticio). También hay que referir el parentesco de Zeus y Prometeo, pues eran primos, ya que eran hijos de los titanes Crono y Jápeto respectivamente, quienes fueron encerrados junto con los demás Titanes en el Tártaro por rebelarse contra Zeus y los olímpicos (la Titanomaquia se incluye en la “Teogonía” de Hesíodo).

 

La imagen de Prometeo ha calado profundamente en la cultura occidental como símbolo de la rebeldía activa frente a lo tradicional con un esfuerzo creador que transforma a la naturaleza (como a Pandora) y crea la historia. Y es este intento frustrado de cambiar las cosas lo que intentan estos músicos forjar en su canción: la euforia del progreso frente a los dioses desemboca en la angustia existencial de algo inacabable (el castigo).

 

 


En la siguiente canción del mismo grupo se alude a Prometeo en el segundo verso de nuevo como benefactor de la humanidad por robar el fuego eterno. Sin embargo, aquí los compositores no se han detenido a narrar el castigo que recibió Prometeo por tal acción (ya se encuentra en la canción anterior) sino relatan los males que el Crónida tramó para los hombres. El poeta Hesíodo cuenta en su obra “Teogonía” cómo Zeus ordenó a Hefesto, dios del fuego y los metales, moldear con arcilla a una mujer a imagen y semejanza de las inmortales (versos 3 y 4). Antes de que el dios le diera la vida, todas las deidades participaron entregándole algo: Afrodita, diosa del amor por antonomasia, le dio la belleza; Atenea la vistió; Hermes le confirió falta de inteligencia, palabras seductoras, mentiras y maldad… Más tarde, Zeus envió a Pandora (Πανδώρα “todos los dioses le habían dado un don”) como regalo a Epimeteo (̉Επιμηθεύς “el que se da cuenta después”), hermano de Prometeo (versos 5, 6 y 7). Respecto lo que se narra en la segunda estrofa de la canción, hay dos versiones: la que cuenta Hesíodo y dice que Prometeo había conseguido encerrar todos los males en una vasija, y otra que dice que Pandora fue enviada por Hermes junto con una ánfora como regalo de Zeus. Es esta segunda versión la que han elegido los músicos para su composición. Pandora, a quien Zeus había hecho tan tonta, malévola y perezosa como bella, llevada por la curiosidad, quitó la tapadera de la vasija haciendo caso omiso a las advertencias de Epimeteo (versos 3 y 4 de la cuarta estrofa), de esta manera salieron de ella todos los males (el Vicio, la Locura, la Enfermedad, el Trabajo, la Vejez, la Pasión…) que había encerrados y se esparcieron por toda la tierra (estrofa tercera). Lo único que quedó fue la falaz esperanza (estrofa quinta), que con pobres consuelos impide el suicidio.

Lo más revelante de la canción son las alusiones que se hacen: Prometeo (verso 2 -titán-), Epimeteo (verso 7 -su hermano-), Hefesto (verso 4 -creara una mujer-), Hermes (verso 5 -fue enviada-).

Por lo que se refiere al sentido del mito, este relato, a mi parecer, es antifeminista pues trata de achacar la culpa de la mortalidad de los hombres y de imputar todos los males que acechan en la vida a las mujeres, algo que ya vemos en el mito de Adán  y Eva, el cual tiene un gran parecido con éste, de lo que deriva en la idea de que la Iglesia pudiese haber tomado elementos metafóricos de los mitos clásicos para sus propios intereses.

 "Y así cayó la última gota..."

 

Aquí el grupo ha querido dejar constancia de la otra parte del mito que ya se ha explicado antes. Sin embargo, personalmente creo que han escogido preferentemente este mito porque es más conocido en nuestra cultura, incluso podría decirse que la mayor parte de las personas, aunque nunca hayan adquirido unos conocimientos de mitología básicos y críticos, han escuchado y empleado la expresión “abrir la caja de Pandora”. Así pues, de este mito proviene la expresión “abrir la caja de Pandora”, que hoy día se utiliza para designar a la acción o decisión de la que, de manera imprevista, derivan consecuencias desastrosas y puede ser el origen de males y calamidades. Hay que añadir por otra parte y en cualidad  de futuros filólogos que Pío Baroja, escritor de la generación del 98 que ahondó en sus obras las inquietudes existenciales que oprimen la angustiosa condición humana, utilizó está expresión con el significado de una cosa mágica, rica en promesas y expectativas: “[…] el almacén… debe dar la impresión de una caja de Pandora, de un mundo inexplorado y lleno de maravillas […]”.

                            Pandora