Dana Scarinci Zabaleta
Alumna de Filología Hispánica e Inglesa. Curso 2007/2008. Mitología Clásica
"Leda" y "El Cisne" por Rubén Darío, Cantos de vida y esperanza.
LEDA
El cisne en la sombra parece de nieve;
su pico es de ámbar, del alba al trasluz;
el suave crepúsculo que pasa tan breve
las cándidas alas sonrosa de luz.
Y luego, en las ondas del lago azulado,
después que la aurora perdió su arrebol,
las alas tendidas y el cuello enarcado,
el cisne es de plata, bañado de sol.
Tal es, cuando esponja las plumas de seda,
olímpico pájaro herido de amor,
y viola en las linfas sonoras a Leda,
buscando su pico los labios en flor.
Suspira la bella desnuda y vencida,
y en tanto que al aire sus quejas se van,
del fondo verdoso de fronda tupida
chispean turbados los ojos de Pan.
En el primer poema, “Leda”, se narra la historia de Leda y el cisne. Comienza, en los dos primeros cuartetos, describiendo un hermoso cisne que solo conseguiremos identificar en el tercero, en los versos 10 y 11: “olímpico pájaro herido de amor/ y viola en las linfas sonoras a Leda.”, es Zeus.
Zeus es el mayor de los hijos de Crono y Rea, titanes, descendientes de las fuerzas primigenias de la tierra (Gea) y el cielo (Urano). Es común en algunas mitologías como la hitita y la mesopótamica, así como la griega, que las generaciones jóvenes luchen y venzan a las antiguas, estableciendo progresivamente el orden desde el caos. Siguiendo este guión, Zeus derrotó a su padre y, para evitar que sus hijos lo derrotaran, devoró a su esposa Metis cuando estaba encinta (patrón muy repetido en la tradición: una vez resuelto un problema, éste ya no vuelve a surgir); así fue como se convirtió en el rey y soberano de dioses y hombres. Con sus hermanos Hades y Posidón se repartieron el mundo: les correspondió a éstos el mundo de los muertos y el reino de los océanos, respectivamente, y a Zeus el cielo. En el Olimpo, el hogar de las divinidades, reinarían los tres, aunque Zeus siempre impondría su poder.
Zeus, aunque es el dios del cielo, los fenómenos atmosféricos y el rayo, tiene otras muchas funciones. Es el paradigma y garante del poder del soberano y muchos líderes se miran en él; vela por la justicia y el orden del mundo, es el protector de los juramentos y los huéspedes. También es intérprete de los Hados, aunque él mismo está sometido al destino.
Está casado con una de sus tres hermanas, Hera, pero mantiene numerosas relaciones con otras diosas y mujeres mortales, que suelen causar la furia y consecuente venganza de esta. Es una constante en toda la mitología griega el hecho de que de cada unión de un dios con una mortal, siempre única y fructífera, nazca un héroe o personaje relevante, el primero de una importante generación. En el caso de Zeus, es común que cambie de forma: se unió con Europa como un toro blanco, dando lugar al nacimiento de Minos, Sarpedón y Radamantis, considerados antepasados de los cretenses; a Dánae en forma de lluvia de oro y de su unión nació el héroe Perseo; para conseguir a Alcmena hubo de adoptar la figura de su marido Anfitrión, engendrando así a Heracles.
En este poema se nos cuenta la historia de su unión con Leda, la esposa del rey Tindáreo de Esparta. Zeus la encontró mientras ella caminaba junto al río Eurotas (“en las linfas sonoras”) y, prendado de ella, se transformó en cisne (“olímpico pájaro herido de amor”). Algunas versiones cuentan que fue seducida y otras, como se refleja aquí, que fue forzada.
Fr.-E. Picot
En el último cuarteto cobra protagonismo el dios helénico Pan, ajeno a este mito en particular. Los griegos lo representaban mitad hombre mital animal: con dos cuernos en la frente, el cuerpo velludo, patas de macho cabrío y pies como pezuñas; sus atributos eran la siringa (una flauta de varios tubos) y cayado de pastor. En Roma, su equivalente sería el dios Fauno y, al llegar al cristianismo, sería tomado como encarnación del demonio. En origen era un divinidad de los pastores y rebaños, dotada de una gran actividad sexual. Solía ocultarse en la vegetación para espiar a las Ninfas; en este caso espiará a Zeus, remarcando así la dimensión erótica de la escena: “del fondo verdoso de fronda tupida/chispean turbados los ojos de Pan.”
EL CISNE
Fue en una hora divina para el género humano.
El cisne antes sólo cantaba para morir.
Cuando se oyó el acento del cisne Wagneriano
fue en medio de una aurora, y fue para revivir.
Sobre las tempestades del humano océano
se oye el canto del Cisne; no se cesa de oír,
dominando el martillo del viejo Thor germano
o las trompas que cantan la espada de Argantir.
¡Oh Cisne! ¡Oh sacro pájaro! Si antes la blanca Helena
del huevo azul de Leda brotó de gracia llena,
siendo de la Hermosura la princesa inmortal,
bajo tus blancas alas la nueva Poesía
concibe en una gloria de luz y de armonía
la Helena eterna y pura que encarna el ideal.
En “El cisne”, la figura del cisne se apoya en el mito para transformarse en un símbolo de poesía. Encontramos en este soneto referencias a otros cisnes ajenos a la mitología griega: “el cisne que canta para morir”, según la leyenda, esta ave entonaba una hermosa melodía antes de perecer; el “cisne Wagneriano” que “canta para revivir”, es el cisne del mito de Lohengrin, reflejado en una de las óperas de Richard Wagner. También el canto del cisne que se oye sobre “el martillo del viejo Thor germano” (el dios nórdico del trueno –provocado por su martillo– y la guerra) y las “trompas que cantan la espada de Argantir”, una poderosa espada en la mitología islandesa.
En los dos últimos tercetos de este soneto, el poeta vuelve al mito helénico de Leda y el cisne, esta vez haciendo hincapié en el fruto de esta unión. Existen diferentes versiones sobre los hijos de Zeus y Leda: tras esa unión (y otra esa misma noche, de Leda con Tindáreo) nacieron dos mujeres, Helena y Clitemnestra y dos hombres, Cástor y Pólux, los Dioscuros (hijos de Zeus). La versión más común cuenta que Leda puso un huevo o dos (“del huevo azul de Leda brotó de gracia llena”) y de ellos surgieron Helena y Pólux, hijos del dios y Clitemnestra y Cástor, hijos del mortal. Un mito muy diferente cuenta que solo Helena es hija de Zeus que, transformado en cisne, se unió con Némesis, en forma de oca. El huevo que puso ella llegó a manos de Leda, que lo cuidó y crio a Helena como si fuera hija suya.
Los Dioscuros, también llamados Tindáridas, por ser hijos de Tindáreo. Son héroes jóvenes, combatientes; Pólux, caracterizado por su habilidad en el boxeo y Cástor, por su dominio de los caballos. Considerados en ocasiones ambos mortales o ambos inmortales; cuando se considera a uno de los dos mortal y al otro inmortal, siempre es Pólux el inmortal.
Clitemestra suele considerarse hija de Tindáreo y, por tanto, mortal. Casada primero con Tántalo, que es asesinado junto a sus hijos por Agamenón, su segundo esposo, a quien será infiel con Egisto durante su ausencia en la guerra de Troya. Esta infidelidad se considera un castigo de la diosa Afrodita a Tindáreo, que por no haberla honrado adecuadamente, castigó a sus dos hijas a ser infieles a sus maridos.
Por último, el personaje que realmente nos interesa: Helena, indudablemente hija de Zeus y la más hermosa de las mujeres. De entre todos sus pretendientes eligió a Menelao, pero fue raptada por Paris (recompensa de Afrodita por haberla hecho ganar el concurso de belleza entre Hera, Afrodita y Atenea), desencadenando así la Guerra de Troya. Helena era famosa por su increíble hermosura y este es el aspecto que le interesa al poeta. En el primer terceto ensalza su belleza:
P.P. Tillier, "Leda and the Swan"
“¡Oh Cisne!¡Oh sacro pájaro! (Zeus) si antes la blanca Helena
del huevo azul de Leda brotó de gracia llena
siendo de la Hermosura la princesa inmortal,”
Y en el segundo, Helena y su belleza se transforman en símbolo de la poesía, y el cisne, en su fuerza creadora:
“bajo tus blancas alas la nueva Poesía
concibe en una gloria de luz y armonía
la Helena eterna y pura que encarna el ideal”
Así, el cisne es la encarnación de la poesía, generadora de belleza armónica y pura, representada por Helena.
Por último, cabría preguntarse por qué Rubén Darío elige el cisne y no otro animal como símbolo de su poesía. En parte, por la belleza asociada tradicionalmente a este animal. Además, en el Modernismo, más concretamente en un movimiento dentro de él, el Parnasianismo, era común el uso de elementos mitológicos. Pero tal vez la influencia de la mitología sea más profunda: los cisnes son aves asociadas a Afrodita, la diosa de la belleza, el amor y el deseo sexual y también están ligados a Apolo, que, entre otras competencias (enfermedad, curación, adivinación), es el dios de las artes y las música. Así, el cisne es símbolo de erotismo, reflejado en el primer poema con la narración del encuentro entre Leda y el dios y por la presencia de Pan, y apoyado en la relación del cisne con Afrodita, diosa del amor y el deseo sexual irrefrenable. También es símbolo de belleza, encarnada en la figura de Helena y relacionada de nuevo con Afrodita. Por último, el cisne es la nueva poesía a la que aspira Rubén Darío: pura y armónica, que encuentra en Apolo un excelente referente: el dios de las artes y la música, el paradigna del “méden agan”, nada en demasía, del ideal griego de belleza como equilibrio y armonía.