Leyla Gejo Palacios

Alumna de Filología Árabe. Curso 2007/2008 Mitología Clásica

 

Comentario de la Canción “ANA Y MIGUEL”

José María Cano

  No ha salido el sol
y Ana y Miguel
ya prenden llama.
Ella sobre él,
hombre y mujer
deshacen la cama.

Y el mar que está loco por Ana
prefiere no mirar.
Los celos no perdonan
al agua, ni a las algas, ni a la sal.

Al amanecer
ya está Miguel
sobre su barca.
Dáme un beso amor,
y espera quieta
junto a la playa.

Y el mar murmura en su lenguaje:
-¡Maldito pescador!
Despídete de ella,
no quiero compartir su corazón-.

Y llorar y llorar, y llorar por él.
Y esperar, y esperar, y esperar de pie
en la orilla a que vuelva Miguel.

Dicen en la aldea
que esa roca blanca es Ana.
Cubierta de sal y de coral
espera en la playa.

No esperes más niña de piedra.
Miguel no va a volver.
El mar le tiene preso
por no querer cederle a una mujer.

Y llorar y llorar, y llorar por él.
Y esperar, y esperar, y esperar de pie
en la orilla a que vuelva Miguel.

Incluso hay gente que asegura
que cuando hay tempestad,
las olas las provoca
Miguel luchando a muerte con el mar.

Y llorar y llorar, y llorar por él.
Y esperar, y esperar, y esperar de pie
en la orilla a que vuelva Miguel.

Y llorar y llorar, y llorar por él.
Y llorar, y llorar y llorar sobre el mar.

           

        La canción nos narra la historia de una pareja que vive de la pesca. Su historia termina con la muerte del joven, Miguel. El mar decide matarlo porque está enamorado de su pareja, Ana, y está celoso de la relación que los dos comparten.

En esta historia aparece un mar celoso, cruel y violento, capaz de matar si no obtiene lo que desea. Esta concepción del mar aparece en diversas mitologías incluida la griega.

 

Posidón es el dios griego del mar pero la etimología de su nombre nos lleva a pensar que se trata también del esposo de la tierra, de ahí los epítetos como “esposo sacro de la tierra” y “el que abraza la tierra”. También está relacionado con las corrientes subterráneas y las fuentes. Descarga su furia con terremotos y tempestades. Su símbolo es el tridente, con el que provoca terremotos, pero también están asociados a él el caballo y el toro, símbolos de su bestialidad. También son ejemplos de esta bestialidad del dios sus hijos. Mientras que los de Zeus son héroes bienhechores que intentan terminar la labor de Zeus exterminando a los monstruos de la tierra, los de Posidón son seres monstruosos y violentos.

El carácter vengativo y violento del dios queda reflejado en numerosos mitos:

Posidón participa junto a otros dioses en los concursos por las ciudades. A pesar de tener bajo su dominio todo lo que habita en las profundidades del mar parece estar celoso de lo que poseen el resto de los dioses y ansía más territorios. Cuando las ciudades escogen al otro dios y no a él las castiga con inundaciones o sequías. Algunos ejemplos son:

También en una ocasión se alía con Hera para destronar a Zeus y acaba expulsado del Olimpo condenado a pasar un tiempo como mortal.

 

            En otras mitologías aparecen dioses marinos crueles y vengativos. En la japonesa, el dios del océano Susano le disputa el trono a Amaterasu y termina expulsado. En la mitología nórdica Aegir es representado como un anciano ávaro con los dedos extendidos ansiando poseerlo todo. Su esposa Ran también es una deidad malvada que atrae los barcos hasta las rocas para hundirlos. El espíritu marino de los Inuit no es malvado pero sí es vengativo y es temido entre los Inuit porque es muy sensible ante los actos malvados de los hombres.

            Esta imagen del mar pervive hasta hoy en forma de supersticiones que sirven para aplacar al Dios. Todavía hoy en América del Sur es costumbre entre los marineros dar gracias por la captura, devolver la primera captura o incluso echar un vaso de ron al agua como si se tratase de un sacrificio a la deidad marina.

El mar es fuente de alimento para muchas familias pero también es fuente de desgracias cuando un marinero se ahoga. Es por eso que causa tanto desasosiego a la gente que vive de él y tal vez por esto las antiguas culturas lo asocien a seres malignos, monstruosos o vengativos.