Nerea Ciarra Tejada

Alumna de Bellas Artes. Curso 2006/2007 Mitología Clásica

Fábula de Polifemo y Galatea

  Las siguientes estrofas pertenecen a la Fábula de Polifemo y Galatea escrita por el poeta Luis de Góngora (Siglo de Oro). En el fragmento seleccionado, se describe físicamente a Galatea, la ninfa amada por el cíclope Polifemo.

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Ninfa, de Doris hija, la más bella,                       

adora, que vio el reino de la espuma.

Galatea es su nombre, y dulce en ella

el terno Venus de sus Gracias suma.                  100

Son una y otra luminosa estrella

lucientes ojos de su blanca pluma:

si roca de cristal no es de Neptuno,

pavón de Venus es, cisne de Juno.

                         14

Purpúreas rosas sobre Galatea                           105

al Alba entre lilios cándidos deshoja:

duda el Amor cuál más su color sea,

o púrpura nevada, o nieve roja.

De su frente la perla es, eritrea,

émula vana. El ciego dios se enoja,                     110

y, condenado su esplendor, la deja

pender en oro al nácar de su oreja.

                      15

Invidia de las ninfas y cuidado

de cuantas honra el mar deidades era;

pompa del marinero niño alado                             115

que sin fanal conduce su venera.

Verde el cabello, el pecho no escamado,

ronco sí, escucha a Glauco la rivera

inducir a pisar la bella ingrata,

en carro de cristal, campos de plata.                  120

     

  Galatea, la más hermosa de las Nereidas, es hija de Nereo y Doris, divinidades marinas. Junto con sus hermanas, habitaba el fondo del mar y éstas ocupaban su tiempo tejiendo, hilando y cantando.

      En el fragmento se observa que en el verso 97 se hace una primera referencia a Galatea identificándola como "Ninfa". Lo escribe con mayúscula para destacarla entre el resto de estas diosas. Las ninfas eran doncellas que o bien poblaban la campiña o los bosques, o bien las aguas. Eran consideradas divinidades menores que en ocasiones formaban el séquito de un dios.

      A continuación el autor describe a la Nereida citando su nombre, Galatea, igualando su belleza y dones al trío de las Gracias (Carite ) conformado por Eufrósine, Thalía y Áglae, que acompañaban a Afrodita, diosa de la belleza y sexualidad. En otras ocasiones, puede, incluso, aparecer acompañando a Atenea, diosa de la Guerra, del intelecto y protectora de la casa; esta última atribución,  en una concepción más arcaica, probablemente, de la tradición minoica o micénica.

      A lo largo de esta primera estrofa, el literato utiliza, para su descripción, el recurso de la adjetivación. Lo hace mediante las siguientes expresiones metafóricas como son "blanca pluma"(v.102), "cisne" (v.104), "perla es" (v.109), "el nácar de su oreja" (v.112). Todas ellas reiteran su blancura, lo cual remite al epíteto de "blanca" con el que se le hacía referencia en los textos griegos. Resulta, entonces, relevante añadir el significado original del nombre de Galatea. Su etimología se remonta a la voz griega Galateia que emparenta haciendo juego etimológico con la palabra gala que evoca la blancura de la leche. También, se observan expresiones relacionadas con la blancura como "luminosa estrella" (v. 101), "reino de la espuma" (v.98), "su esplendor" (v.111). Éstas recrean la imagen de su blancura al tiempo que se hace referencia a su cualidad divina. Cabe recordar que los dioses eran representados con un halo de luz que los envolvía. En sus viajes al territorio de los hombres se disfrazaban para no ser reconocidos pero pasaban poco tiempo desapercibidos gracias a esta luminosidad y esplendor que irradiaban. Un ejemplo de ello sería el episodio en que Zeus y Hermes visitan la tierra y les recibe una pareja humana (Baucis y Filemón) con el máximo protocolo de hospitalidad. Al final, acaban percatándose de  su cualidad divina. Otro episodio sería el que protagoniza Deméter. Recorre la tierra, después de haber perdido a su hija, Perséfone, y llega a Eleusis disfrazada de anciana. Allí los reyes de Eleusis terminan descubriendo su divinidad sin que ella lo desee y se muestra ante los presentes como la gran diosa, con todo su esplendor y soberanía.

      En el verso 104, el poeta establece un juego de palabras identificando a Galatea con el "pavón de Venus" y con el "cisne de Juno". Aparecen así cruzadas pues, en la mitología, es a Venus a la que se la relaciona con el cisne (y la paloma), mientras que, a Juno le corresponde el pavo real (Argos fue inmortalizado en este animal en agradecimiento al servicio que le había dado a Juno). Precisamente Góngora invierte el símbolo de ambas para fusionar las dos cualidades; por un lado, la gracia del cisne y, por otro, la belleza del pavo y dotar así a Galatea con la hermosura de Venus y la majestad de Juno. Esta asociación simbólica de los dioses con animales y plantas es habitual encontrarla en la mitología griega. Por ejemplo, el delfín y el caballo eran atribuidos a Posidón; el águila a Zeus; el búho a Atenea...

      En la segunda estrofa del fragmento, "Purpúreas rosas sobre Galatea" se advierte un cambio en la atribución del color que describe a la diosa: púrpura Galatea, antes blanca. Las rosas eran la flor favorita de Venus. El mito narra cómo Afrodita, al intentar socorrer a Adonis herido, se punzó con las espinas de una rosa, derramando,así, gotas de sangre que tornaron a rojo el color de la flor, antes sólo blanca.

      La rosa es símbolo de belleza. Una vez más, Góngora acentúa la imagen sublime de Galatea. Sin embargo, el color púrpura advierte, como premonición, la tragedia que se avecina: Polifemo, rechazado por Galatea, monta en cólera.

      En el verso 109, "De su frente la perla es, eritrea, émula vana", el autor hace referencia una vez más a su belleza. Dice eritrea refiriéndose a la zona del Mar Rojo porque, al parecer, allí se encuentran las perlas más finas. En el verso 112, "al nácar de su oreja", Góngora hace uso de una metáfora con la misma intención que en el verso comentado anteriormente. Identifica la oreja de Galatea con la concha que encierra la perla, "la deja pender en oro", es decir, ser rodeada por el cabello de la ninfa.

      A propósito de la descripción de la joven, hay que recordar la importancia que se le daba a la hermosura en el mundo griego. El culto a la belleza se reflejaba en los atributos a las deidades, a cuál más hermosa, todas ellas poseían esa cualidad a excepción de los dioses monstruosos y de Hefesto, en su defecto, compensado por la virtud de la habilidad manual. Este hecho deja ver la ideología griega, que pretende justificar ciertas carencias con otras virtudes, para poseer una cosa hay que renunciar a otra.

      Polifemo es identificado mediante la expresión "El ciego dios se enoja" (v.110). Éste es un cíclope hijo de Posidón, dios relacionado con la tierra y  más tardíamente identificado con el mar. La mayoría de los hijos de Posidón son monstruosos gigantes (ej. los alóadas) con forma semihumana-semianimal, que amenazan con instaurar el caos primigenio. A Polifemo se le suele representar con un sólo ojo. El mito cuenta cómo quedó ciego a manos de Ulises, lo cuál despertó la cólera de Posidón, dios irascible por excelencia. Es por esto, por lo que Góngora describe a Polifemo como "el ciego dios" aunque quizá haya querido hacer un juego de palabras y además atribuya la ceguera al hecho de estar celosamente enamorado de Galatea.

      La monstruosidad de Polifemo, en una antítesis evidente, contrasta con la belleza y dulzura de Galatea. Los textos griegos cuentan cómo el cíclope se enamora fervientemente de la nereida, sin ser éste correspondido. La ninfa ama a su vez a Acis, divinidad del río del mismo nombre. Un día Polifemo sorprende a los amantes, así que, persigue a su rival, Acis, y encolerizado, lo aplasta con una piedra. Éste escapa metamorfoseándose en río al que Galatea llora desconsolada.

      El tema de la metamorfosis era muy recurrido en la mitología griega. Fueron muchas las divinidades que se transformaron, Zeus, por ejemplo, en toro para conquistar a Europa. Y algunas divinidades convirtieron a otras en animales, plantas e, incluso, constelaciones, por ejemplo, Dafne metamorfoseada por su padre en laurel.

      En los siguientes versos se cita al dios Cupido (Eros). El poeta se refiere a él como "marinero niño alado que sin fanal conduce su venera". Esto es porque solía representarse como un niño alado con una venda en los ojos (él mismo desconoce cómo desencadenarán sus juegos) en la iconografía más tardía. El hecho de que lo llame marinero puede hacer alusión aquí, a que conduce la barca del Amor o incluso a una asociación con su madre Afrodita (Venus) que tenía relación con lo marino por su nacimiento. Anteriormente a esta época la visión de Eros era la de un hermoso joven, es entonces cuando se escribe el mito de Eros y Psique en la que aparece como un adolescente. A su vez, la imagen del niño alado será reinterpretada por la Iglesia católica dando lugar así a los ángeles asexuados.

      Eros es fruto de los amores de Afrodita y Ares. Según la mitología más tardía, se entretenía jugando caprichosamente con los amores de hombres y de dioses. A los griegos les gustaba representar a Afrodita regañando a Eros por sus travesuras aunque en otras ocasiones dejan ver a la diosa temerosa de su hijo pues, incluso ella llega a ser víctima de sus juegos. Acomete también con sus flechas a Apolo, que se había burlado de él por querer manejar el arco, y al mismísimo Zeus. Eros era capaz de inflamar el amor o el odio con sus flechas. Las de punta dorada eran dedicadas a los amantes mientras que las de punta de plomo eran capaces de enardecer el odio más exacerbado entre los flechados.

      En los últimos versos del 117 al 120, Góngora menciona a otra divinidad marina, Glauco. Éste es un dios de cabello verde, antes mortal, despojado de su cualidad humana por las diosas. Se le conocen amores con una mortal, Escila. Quizá sea por esa dualidad, hombre-dios, por la que, a pesar de conocer el destino del amor entre Acis y Galatea (tenía el don de profetizar), la lleva, "induce a la bella ingrata" ( v.119), a escuchar el amor que procesa a Acis a pesar de que la relación sea tan arriesgada y peligrosa como pisar "campos de plata" ( v.120), " en carro de cristal" ( v.120).

 

      Como conclusión, destaca a lo largo del poema las referencias que hace el escritor a nombres pertenecientes a la mitología romana, por ejemplo, Juno, Venus, Neptuno; además de mostrarnos representaciones correspondientes a épocas tardías como, por ejemplo, la de cupido como niño alado. De esto, se deduce que la mitología greco-latina era fuente de inspiración de poetas como Góngora en el Siglo de Oro. En concreto, hace referencia a la Metamorfosis XIII de Ovidio.

      Se trata de un mito etiológico porque explica la aparición de un río y cómo le dieron ese nombre. Existen muchos mitos de este tipo, la mayoría referentes a metamorfosis, que explican la causa (aition), los porqués de las relaciones entre los ritos practicados y los mitos. Por ejemplo, el mito de Apolo y Dafne además de tratarse de una metamorfosis explica la causa por la que el laurel estaba consagrado a Apolo y porqué se coronaba con esta planta a los ganadores de los juegos olímpicos. Otro ejemplo más claro aún, es el del mito de Prometeo, el  momento en el que instaura el sacrificio a los dioses.